Las últimas semanas están siendo especialmente intensas en cuanto al volumen de reuniones a las que acudo, en calidad de presidente de la Federación de Diabéticos Españoles (FEDE), para defender los intereses y los derechos de las personas con diabetes, que es el colectivo al que me debo. En ellas, tanto a profesionales de la salud como a representantes públicos, incluido el propio ministro de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, les hemos hecho llegar nuestras principales necesidades no cubiertas, al mismo tiempo que propuestas para reducir estas carencias.
Tengo que decir que, aunque un trabajo muy gratificante a nivel personal, también es agotador. Sobre todo porque son encuentros en los que sé lo mucho que nos jugamos, y en los que ni se puede improvisar ni dejar nada al azar; en cada reunión se tratan cuestiones cruciales y cualquier detalle puede ser la diferencia entre el `sí´ y el `no´.
Es por ello que el camino a seguir en todas ellas es una preparación previa intensa, pero ante todo algo que considero fundamental: la profesionalidad de la entidad a la que represento. Y es que ésta es, sin duda, nuestra mejor carta de presentación ante cualquier institución, y sólo así es como se logra el respecto y se gana la credibilidad ante terceros.